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sábado, 26 de diciembre de 2015

¡Felices fiestas!

Hola mis tributos, ante todo desearos una feliz Navidad y unas felices fiestas.

Esta entrada iba a ser la publicación del capítulo once el que ya avisé por redes sociales que estaba escrito.  Bueno, mi inmensa sorpresa al buscar mis carpetas en el portátil, y con ello el Word del capítulo de hoy, no están. El que para mí, había sido mi mejor capítulo descriptivo hasta ahora, ha desaparecido. Lo cual, no voy a mentir, me cabrea un poco. Pero bueno, ha sido peor perder cuatro trabajos que tenía que entregar después de navidades, me ha tocado el gordo en el portátil, no sé qué ha podido pasar.

Algo así me ha pasado a mí buscando mis documentos. Por delante el ordenador estaba perfecto pero en cuanto he mirado bien, ¡vaya desastre!. No os voy a taladrar más la cabeza con mis problemas tecnológicos (que desde siempre son muchos). En vez de hacer eso, voy a intentar escribir de nuevo el capítulo, el cual sé que no va a quedar ni la mitad de bien, lo que hace que se me quiten un poco las ganas de publicarlo…


Iba a ir a comprar un disco duro para copiar todos los datos importantes de la carrera pero creo que ahora también meteré lo del blog. Me voy a convertir en una de esas personas que se pasan el día dando al botón de guardar gracias a algún trauma como el mío de perder absolutamente todos los datos.

Quería hacerle un lavado de cara al blog, pero ahora que tengo que repetir trabajos, más lo que debía estudiar, y por supuesto, redactar de nuevo el capítulo once y otros sueltos sin número que tenía desarrollados. Me da a mí el lavado de cara va a tener que esperar a la segunda quincena de enero, si acaso. ¡Quiero algo mucho más sencillo que el desbarajuste que tengo aquí montado! Este blog lleva así desde que se creó casi. Ya toca cambiar un poco.

He pensado también en retirar las mil imágenes que tengo, al fin y al cabo, para eso están las GALERIAS de Katniss y Peeta o de Finnick y Annie. Al igual que he pensado retirar las encuestas ya que son muchas y ya ocupan demasiado, ¿qué creéis?

De verdad, podríais explicarme cómo hay gente que lleva un blog al día y tiene su vida en orden porque debo ser el desastre personificado.


Ante todo, desearos de nuevo unas felices fiestas y FELIZ NAVIDAD. Que la suerte este siempre de vuestra parte en las comidas y cenas familiares y recordad, ante la lluvia de preguntas navideña: los estudios me van bien, pero es un poco complicado; no he crecido tanto, es que llevamos mucho sin vernos; estudio mucho, yo no tengo tiempo de novios o yo soy más de salir con mis amigas.

Saludos a todos, lectores. Y recordad, podéis seguir el blog desde twitter, facebook y wattpad (NUEVO). 

Podéis mandar vuestras dudas, preguntas, dibujos y trabajos, y todo lo que queráis al correo del blog, que a partir de ahora se responderá a todos los correos los domingos como tarde. Si no has recibido tu respuesta después del domingo, no dudes en mandarlo de nuevo sin problema.

Pronto haremos un millón de visitas. ¿Has pensado alguna forma de que el blog celebre este gran logro? ¡Tu opinión cuenta!

P.D: las imágenes son de enfermera apurada, no pude resistirme.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Adelanto capítulo 11


Creo que os merecéis algo de este blog, un poquito de atención, unos capítulos, unas respuestas a los maravillosos comentarios de los lectores.

El tiempo apura y por eso hago esta mini entrada para dejaros un pequeño adelanto del capítulo  11 ahora que ya tengo portátil. Estad atentos y esperad la publicación muy pronto, está casi acabado.

Si tenéis alguna idea de cómo puedo administrar mi tiempo para el blog, facilidades, consejos, ayudas, o cualquier cosa que se os ocurra, no dudéis en decírmelo. Si tenéis ideas de portadas (que queréis mandar), así como del diseño del blog o del PDF o cualquier tipo de aportación, no dudéis en mandármelo al Gmail. Los correos siempre son más fáciles de responder porque tengo el móvil conectado al Gmail, ante esto contestar a una pregunta común a 7 lectores, ¿entrevistas para vuestras webs?, estoy encantada, he realizado varias, pero tened  en cuenta que desde que mandáis las preguntas hasta que respondo a veces pasa tiempo. Y por supuesto, otra duda megacomún, publicaciones. Intentaré aprovechar el periodo de navidad para arreglar esto último.


Un saludo a todos y recordad, podéis seguir día a día (a partir de ya y sin abandonos, o es lo que intento siempre…) el blog en twitter, facebook y un nuevo inquilino… WATTPAD.

viernes, 3 de julio de 2015

Capitulo 10


¡Hoy os traigo el capítulo 10!

Lo prometido es deuda, he publicado pronto como os dije. ¡Esto si que es nuevo! Tan solo una semana de espera... 

Os sigo invitando a participar enviando vuestra portada para el PDF de LJDH continúan, y como siempre, daros las gracias por vuestros 'likes' en facebook, los seguidores de twitter, y los votos en wattpad. Y recordad que os encontraré si tuiteais con #LJDHcontinuan y otras muchas. ¡Ayúdanos a dar a conocer el blog! Toda ayuda es bienvenida.

Espero que disfrutéis mucho del capitulo e intentaré dejar programadas más entradas para que la espera no sea tanta, aunque si que tendréis que esperar un poco más, por ello, he hecho más largo este capítulo. ¡Os leo en los comentarios, correos y redes sociales con mucha ilusión!





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***

Salió de allí confundido, cabreado. Se fue corriendo y Haymitch detrás de él, con paso firme pero dejando un espacio.

Estaba contento, Amy estaba viva, no la había perdido. Pero millones de cosas le atormentaban, como Gale, como Colin, como los recuerdos de la Arena. Corre, como hubiese corrido en la Arena. Solo y sin rumbo, sin parar, notando cómo la adrenalina aparece y el oxígeno se va. Cuando cree encontrarse demasiado lejos se da un respiro. Sus piernas frenan en seco, aún adormecidas por la carrera. Apoya su brazo en una pared y va descendiendo lentamente, dejándose caer, hasta que su mano se apoya en el suelo. Se sienta en un pasillo, uno cualquiera, puesto que aún no se orienta, no los reconoce, no sabe dónde está. Llora, llora porque hacía mucho que no lloraba. Llora porque sus sentimientos ya no tienen por donde escapar, llora porque lo necesita, llora porque quiere hacerlo. Amy estaba viva, y no dejaba de repetírselo. Mira al techo y se ríe, carcajadas pequeñas, llenas de histeria, emoción y entre otros sentimientos, incluso duda. Una mezcla de sentimientos que lo confunden, que lo atormentan. Le obligan a reír y a llorar. Siente que ha llegado a un punto, al punto de no retorno. Y ahí está, sin saber nada, ni qué hacer ni qué decir ni qué ha ocurrido ni qué va a pasar.

Recuerda a su madre, diciéndole que respirase pausadamente. Se imagina relajado, cuando le enseñaba a nadar. Cierra los ojos y se sumerge en ese recuerdo. Nota el agua rozando sus pequeñas piernas, sus ligeros brazos. Los movimientos suaves de agua que le empujan y le traían consigo. Las manos firmes de su madre agarrándole, cómo si no fuese a soltarle nunca. Su sonrisa, que le aportaba seguridad y tranquilidad, y que aún lo hace. Recuerda, como tiraba de él obligándole a mover las piernas, cómo el agua refrescaba su cuerpo y lo acariciaba al pasar por ella, cómo chapoteaban sus piernas en la misma. Con la alegría e inocencia de un niño. Y su madre diciendo que respirase, con pausa, tranquilo, profundamente. Y ahora lo hace, en su recuerdo y en la realidad, hasta que abre los ojos, más tranquilo, más centrado. Se seca las lágrimas y se queda observando el techo.

Cuando está relajado se levanta paulatinamente, con tranquilidad, y se dirige a buscar a Haymitch, porque ante todo, necesita explicaciones. Necesita respuestas que le saquen de sus dudas. Necesita ser el que tome de nuevo el control de su vida y no sus emociones. Necesita volver a centrarse y plantear de nuevo la situación. Tiene que hacer algo que sirva, tiene que actuar, porque Gale sigue fuera, y hay que encontrarlo. Se ha roto, y ahora tiene que nacer de nuevo, porque no hay tiempo para descansos, porque es la hora de empezar a ser ellos quienes lleven el control de la situación. Esta vez, juegan en el mismo terreno, y esta vez, toca ganar.

Recorre los pasillos largos, grises, silenciosos. Nadie se encontraba en ellos, la mayoría de las puertas estaban cerradas. Gritaba el único nombre que sabía pero nadie aparecía. Mientras andaba, una puerta se abrió a su izquierda, entro tranquilo, observando la sala. Unos sillones de terciopelo, sofás como los del Capitolio, una enorme pantalla en el centro, cantidad de mesas con sillas, como si de una sala de reunión se tratase. Pero no, después se fija al fondo, hay una larga mesa de madera brillante, oscura, encima de ella infinidad de comidas de diferentes tipos. Una sonrisa se le escapa sin querer, hacía tanto que no veía platos como aquellos que ni siquiera se cree que sea real. Parecen lejanos y a la vez puede olerlos. Pero otra cosa llama su atención, la pantalla está encendida. Camina con lentitud hacia el sofá y se sienta, sintiendo la confortabilidad del mismo, algo que no sentía desde hacía bastante. Semanas que se habían convertido en años para él. Ante sus ojos, repeticiones de la Arena, de los juegos, de sus juegos. En la pantalla se encuentran dos chicos, una pareja por lo que parece, tal vez fuesen del mismo distrito, o simplemente aliados en la lucha contra los demás. Nunca había estado en esa parte de la Arena, pero reconoce la espesura de la selva, es capaz de notar cada rayo de sol como si fuese el primer día que se sitúo allí, recuerda el frondoso bosque, los sonidos a los que se acostumbró. Flashback de la Arena vienen a su cabeza, haciendo costoso el trabajo de diferenciar lo real de los recuerdos. Siente cada minuto allí dentro. Mira a su izquierda, el terciopelo rojo le recuerda a un charco de sangre y vuelve la vista hacia atrás sumergido en otro recuerdo del que intenta escapar. Se apoya y sujeta con una mano su cabeza, intentando volver a lo real. Mueve la cabeza hacia los lados con la intención de centrarse. Sabe que no es real. Sabe que no está allí. Se lo repite, una y otra vez, hasta que vuelve.

Mira de nuevo la pantalla. Nunca había estado en esa parte, es cierto, pero era como si llevase viviendo allí toda la vida. Podía reconocer cada árbol, estaban entre el bosque y la playa, cerca de la orilla y a la vez lejos. Pero no sabía quiénes eran ellos, no se los había cruzado antes.
La imagen cambia, repetidamente. No sabe cuánto tiempo pasa en esa sala, consumido por los juegos. El tiempo va pasando, al igual que las historias. Son anécdotas individuales, sufrimientos individuales, sentimientos individuales. Cada uno ha vivido una historia completamente diferente, pero todos ellos comparten el mismo drama, la misma trama.

Observa otra chica, algo perdida. Primer día de la Arena quizás. Ve su juego, como evoluciona, como asume dónde está y cómo teme por lo que deberá hacer. Observa cómo sus movimientos pasan de ser torpes a ser decididos, deja de pasar hambre, deja de pasar sed, y como todos, comienza a sobrevivir. Lenta, pues ha tardado más en adaptarse que otros que ha visto, pero lista, porque aún no ha perdido la cabeza. Piensa cada una de sus acciones, no se fuerza, simplemente está a la espera, de que algo ocurra o alguien la salve. Se nota por el brillo de esperanza de sus ojos, que poco a poco, va perdiendo. Lo pierde a medida que ve en el cielo las caras de las personas que antes competían con ella y que ahora están muertos. Quizás se pregunta si ella será la próxima. Pero Finnick nunca lo sabrá, porque la pantalla cambia de nuevo. La chica era como él, perdido y buscándose, encontrando algo en que apoyarse. Se pregunta si salió de la Arena, no recuerda su cara en el cielo, aunque se perdió muchas noches de cañonazos. Valiente, calificó a la joven. Valiente por atreverse a sobrevivir en aquel infierno, en vez de esperar a la muerte. Valiente por soñar con volver a casa, aun conociendo que las posibilidades eran remotas. Valiente por no rendirse a un mundo injusto, por confiar en que todo puede cambiar, por luchar por lo que quería. Valiente por atreverse a vivir, a pesar de todo.

Sigue viendo historias. Pero la que más le interesa es una en la que aparece Colin. Cada momento en la Arena, cada día que conoce de cómo vivió, cada encuentro con los tributos. Poco a poco le tiene mayor desprecio, mayor odio, y la rabia crece. No se detiene hasta el último momento de su historia, en el que comienza a ver algo de humanidad en él. Pero cómo enfrentar, todo lo que sus ojos habían tenido que observar, todas las muertes, todas las conversaciones, toda la crueldad nacida en el joven. Cómo enfrentar todo lo que sentía hacia el chico, cada momento que le había provocado un poco más de odio, cada acción que había provocado sufrimiento a otros. Cómo enfrentar todos sus actos, toda su hipocresía, toda su crueldad, todo el interés, todo ello, a lo que finalmente hizo. Cómo enfrentar tantos actos perjudiciales hacia todos, con unos pocos buenos. ¿Es cierto eso de que la gente cambia? Quizás deba darle una oportunidad, o quizás simplemente está puliendo su imagen ahora que tiene que volver a Panem. Puede que solo sea interés, y que siga siendo la misma víbora que él conoció. No podía saberlo.

Nota que alguien le observa, mira atrás, ve una sombra. Una sombra de un hombre, bastante fuerte, grande, y mira hacia arriba, esperando encontrar a alguien de su agrado. Sonríe al verle, situado a la derecha del sofá, mirándole con melancolía. Una mirada cercana, que atraviesa sus ojos con sinceridad. Alegría y tristeza al mismo tiempo. Pero sobre todo, esperanza.
No hace ninguna de las preguntas que tenía planteadas, que tanto había pensado, que tanto había maquinado. Mira de nuevo la pantalla, y siente como el peso de la otra persona se posa también en el sofá, sentándose a su lado silenciosamente. Observándole de cerca, disfrutando de su compañía.

-¿Quiénes son?

La persona con la que habla se acerca, con paso lento. Antes de contestar a su pregunta le mira seriamente, y después observa la pantalla junto a él.

-¿Qué haces viendo los juegos Finnick? No creo que sea lo mejor, no para ti.
                                                                  
En silencio busca en su cabeza la respuesta a dicha pregunta. ¿Por qué, después de todo lo que había pasado, estaba reviviendo esos juegos? Y con sinceridad encuentra la respuesta, tan simple como verdadera. Tan real que puede sentir el dolor de nuevo, la melancolía, el rencor, todos esos sentimientos que hasta ahora, desde que había subido al aerodeslizador,  estaban siendo apartados.

-Quería vernos, a Amy y a mí de nuevo y…
-¿Y qué más Finnick?
-Quería ver muchas cosas-su voz es cortante- quería comprobar que lo de Colin era cierto.
-¿Y bien?
-Él –su voz suena culpable, mira de nuevo la pantalla. En ella ve a dos jóvenes besándose aunque no recuerda sus nombres se queda observándolos pensando que podría estar así con Amy ahora, si no fuese por lo de Gale. Aclara su garganta y termina esa frase que tanto ha intentado evitar- no mentía.
-Ya lo sabíamos Finnick, solo tú te negabas a creerlo.
-Haymitch, eso ya lo sé. Pero no puedo confiar en él después de todo lo que he vivido, y tienes que entenderlo. Tengo demasiadas dudas hacia él. Hacia todo. Muchas preguntas sin respuesta. Mi cabeza ahora mismo se parece a una bomba imposible de parar, no sé cuando voy a estallar. Tengo demasiado en lo que pensar. Y Amy… ¿Cómo le diremos que su hermano no está?
-Eso es algo que ni siquiera yo sé. Ese pequeño significa mucho para ella Finnick, pero también para mí, para Gale, y para sus padres sobre todo. Como mentor de sus padres, como el hombre que jugaba con ese crio antes de que esto ocurriese, como parte de su familia, te prometo que le traeremos de vuelta. No necesitarás decirle nada a Amy, no voy a descansar hasta que vuelva a casa. Tu solo, cuídala ¿vale? Para mi ella es muy importante, como lo fue su madre y no estoy dispuesto a perder a ninguna de las dos.
-Lo haré, pase lo que pase no voy a dejarla.
-Lo sé, no creo que quieras vértelas con un viejo vencedor de los juegos borracho –al acabar la frase comienza a reír y se pone de pie. Mira la pantalla y luego a Finnick- son Alexia y Chad, del distrito uno. ¿Creías que eras el único apuesto en la Arena? Chad no perdió tampoco el tiempo.
-Haymitch- bromea con la mirada para olvidarse de todo lo que está ocurriendo - todo Panem sabe que soy el único apuesto en la pantalla. El Capitolio me llevo a mí porque necesitaban un chico guapo que volviese a todos locos, ya sabes, espectáculo.
-Está bien Finnick, tienes a todo Panem loco -hace una pausa y se empieza a reír a carcajadas de nuevo, a esas carcajadas se le une Finnick. Ambos ríen después de tanto tiempo y la sensación es reconfortante, Finnick se siente de nuevo libre, pero sin más Haymitch para y su expresión se vuelve triste y melancólica- me recuerdas a tu padre chico. Él estaría muy orgulloso de ti.

sábado, 27 de junio de 2015

Capítulo 9


¡Hoy os traigo el capítulo 9!

Si estáis leyendo esto, es porque no habéis abandonado el blog, que es poco probable. Tengo que decir que soy un desastre. Pero bueno, os traigo un pequeño capitulo, ya he respondido a la entrevista de gmail de una de las seguidores y al resto de correos, por fin. Como siempre, una ilusión increíble lo que recibo. 

El otro blog lo cerré por un error, pero si os interesa lo abriré nuevamente cuando me digáis. Se que a muchos no os dio tiempo a leer la noticia del PDF y su publicación. PDF que por cierto necesita una portada, que diseñaré yo misma si no lo hacen los seguidores. Hubo un error en facebook por el que todo el que se apuntó no me envió un correo (facebook) así que estáis a tiempo de hacerlo vosotros mismos. Podéis entonces mandarme vuestros correos de participación en el concurso para ser los diseñadores de la portada del libro. Si queréis mandarme ya la portada directamente (a ordenador o a mano) también podéis. Portada que será publicada en el PDF, en wattpad y en todas las redes sociales. Por supuesto, también en el blog.

Disfrutad pues, del pequeño capítulo. Voy a ponerme las pilas para tener ya listo el siguiente para la semana que viene. Ventajas de las vacaciones supongo. ¿Se acerca el final? ¿Crees que aún les queda mucho por pasar? ¡Comparte tu opinión en un comentario! Es fantástico leeros a todos.

P.D: el capitulo 10 está ya programado para dentro de 5-7 días, no os perdáis su publicación. A partir del 11, las cosas empiezan a estar menos tranquilas, o esa es mi intención.





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***

No sabe cuando tiempo está de pie observando a la joven. No reacciona hasta que nota una presión sobre su hombro, siendo esta, la mano de Haymitch. Se apoya en el chico suavemente y aprieta su hombre con un sutil movimiento de convicción, de ayuda, de realidad. Sabe que se ha quedado impactado, que no ha sabido actuar ante la noticia, que es incapaz de mover una sola parte de su cuerpo, lo sabe y sigue sin hacerlo. No se fuerza, solo observa detenidamente la escena. Cada detalle del cuerpo de Amy, cada herida que estaba y no está, cada herida que sigue y no se va.

Percibe un movimiento detrás de él. Ve en el reflejo de uno de los armarios metálicos de la sala, la cara de Colin observando a Amy. Está de pie, detrás de Haymitch, con los brazos cruzados y una postura que incita temor y seguridad. Tiene la poca vergüenza de permanecer allí con ella después de todo. Que ese chico se encuentre en la misma sala que él le pone los pelos de punta, hace que quiera lanzarse a su cuello y disfrutar de cada segundo de su mísera muerte. Pero por alguna razón Haymitch lo protege, y no puede hacer nada para vengarse de aquello que le hizo a Amy, de aquello por lo que ahora se encuentra así. Sigue con su mirada el fiel reflejo en el armario, y cada uno de sus movimientos, controlados bajo esos ojos que desprenden odio y en mayor cantidad, ira. Sus músculos se tensan, las venas se marcan en los brazos al apretar los puños para intentar controlarse. Finalmente se gira, intentando controlar cada uno de sus impulsos, para verle de frente. Y al hacerlo, al girarse, piensa en no tirarse encima de él, tan solo intenta calmarse, respirando profundamente.

-¿Qué hace el aquí? –el dedo de Finnick va directo hacia Colin, la furia se consume en sus palabras y la rabia sale de él.
-Finnick, Colin no tiene la culpa de nada –reconozco la voz de Haymitch- no podíamos dejarlo en la Arena.
-Él fue quien le hizo esto a Amy, lo único que merece es morir

Aparecen una docena de agentes en la sala. Son rápidos y entre dos, consiguen sujetarle. Colin se posiciona detrás de tres de ellos. Haymitch intenta razonar con él inútilmente, hasta el punto en el que otros dos agentes tienen que sujetarlo para que no se lance contra Colin. Por primera vez la persona sensata, tranquila y responsable que definía a Finnick se había ido, dejando paso a un Finnick consumido por el dolor, la ira, la rabia, el odio… Posiblemente los peores sentimientos acumulados en el corazón del hombre, acumulados en él. Consumiéndole lentamente, en su caída. Solo el pensamiento de su muerte le deja más tranquilo. Quiere hacerle daño, quiere que sienta su dolor, quiere compartirlo, y que no cese, hasta que algo pueda aliviarlo por completo, hasta que Amy despierte.

Finnick grita e intenta soltarse pero es incapaz de hacerlo, y lo sé, porque estoy presente. Lo sé porque le conozco, porque sé que está sintiendo ahora. Lo sé porque le he amado, y cuando amas a alguien empieza a formar parte de tu persona. Puedo sentir su odio, puedo sentir su rabia, puedo notar su dolor, que en parte es el mío. Cada sentimiento de los suyos lo conozco, soy capaz de notar en su voz lo que nadie aprecia. En su mirada lo que a los ojos de los demás se escapa. Respiro con dificultad, para recuperar el oxígeno que presupongo, me falta. Alguien tiene que pararle, pero nadie sabe cómo, nadie puede. Ahora mismo no se trata de Finnick. Todo lo que ha controlado, todo el odio que nunca ha sentido, todos sus sentimientos férreamente oprimidos por él mismo, para representar calma y serenidad. Todos ellos salen a la luz enfocados hacia una persona. Y eso es peligroso, porque no lo ha soltado nunca, y sin control, lo hará de golpe. Porque le conozco sin conocerle, porque ni yo sabía hasta que punto sé de él. Porque ahora lo sé y puedo afirmarlo, le he amado.

Con dificultad trago saliva intentando recuperar mis fuerzas para hablar. Tragar saliva en mi estado es una sensación, cuanto menos, horrible. Noto como una lija pasando por mi garganta. El esfuerzo es demasiado y no reconforta para nada. Necesito tres veces más oxígeno del que necesitaría en otra ocasión. Puedo notar los pinchazos de presión en mis pulmones que lo reclaman, con el dolor débil y en conjunto, fuerte.

-Finnick-mi voz es débil, tan débil que me cuesta oírme, debo estar muy mal al juzgar por cómo suena. Nada más oírla él se gira. Sale corriendo hacia mi soltándose de todos los agentes que le sujetaban. Sus ojos brillan y su mano acaricia mi cara y agarra mi otra mano con fuerza. Finnick ha vuelto, siento su calor, su mirada ha cambiado, sus músculos están relajados, las lagrimas que intenta no dejar escapar. Intento hablar, pero tan solo puedo decir unas pocas palabras – Colin me salvo la vida.
-¿Qué? Amy, estas delirando…  estas grave, muy grave. Dicen que te recuperarás, va a costar que estés tan ágil como antes pero te aseguro que te recuperarás. Estoy aquí, tranquila. Todo va a salir bien, ya estás a salvo.
-No Finnick, estoy bien –sus rostro muestra confusión, sus ojos están apagados y deja de agarrar mi mano, mi voz ahora es algo más fuerte así que decido explicarle lo que ocurrió en el banquete. Aunque soy consciente de que me falta el aire y no duraré mucho hablando, soy la única persona a la que va a escuchar, debo intentarlo- Finnick, cuando iba a coger la mochila la chica del 13 apareció, yo ni siquiera le vi pero Colin no tardó en tirarse encima de mí. Pensé que me estaba atacando e intente defenderme pero entonces vi la lanza pasar justo encima de nosotros. No me había percatado de que había una lanza si quiera. Le mire extrañada y me dijo que me quedase ahí, fue directo a por la chica del 13 pero mientras luchaban le hirió con el cuchillo. Todo estaba pasando muy rápido pero a la vez lo veía como si ocurriese a cámara lenta. Mis movimientos se volvieron torpes y lentos. Ella vino directa a por mí y –empiezo a toser, me noto más débil, la visión se vuelve algo borrosa y los laterales los veo tenuemente negros. Haymitch corre y e acerca un vaso de agua, con la mano me hace una señal para que me tumbe de nuevo. Demasiados esfuerzos me da a  entender. Siempre preocupado, siempre cuidándome. Decido hacerle caso y me tumbo. Aparecen un par de personas vestidas de blanco que comienzan a tocar botones y cambiar lo que supongo, será mi medicación. Acercan una botella de oxígeno y me ponen la máscara correspondiente, noto como entra a mis pulmones y es una sensación que me reconforta.

-Le clavó el cuchillo en el estomago –la voz de Colin resuena en la sala- no pude hacer nada. Fui hasta donde Amy e intente ayudarla pero había demasiada sangre, estaba cabreado. La del 13 escapaba con dos mochilas, la mía y la suya, pero no era lo único que se llevaba. Se llevo la vida de Amy, pensé que había muerto y fui a por ella. La perseguí hasta que no tuve más fuerzas, perdí mucha sangre pero seguía vivo. Vi como me subían al aerodeslizador y lo último que recuerdo es levantarme enchufado a un montón de máquinas. Como el resto de los rescatados.


Mis ojos se están cerrando, noto que pierdo de nuevo fuerzas y un fuerte dolor en el estomago. Es un pinchazo intenso y doloroso, como revivir el momento en el que el cuchillo atravesó mi piel y después el resto. Cierro los ojos olvidándome de la pelea que hay a mí alrededor, es como si algo tirase de mi, alejándome de la realidad. Decido dejar que lo haga, y me voy poco a poco, pero no sin antes oír un ‘no te creo Colin, tu intentaste matarla’

viernes, 24 de abril de 2015

Capítulo 8



¡Hoy os traigo el capítulo 8!

Si estáis leyendo esto, tal cual lo escribo ahora, es porque la entrada que he preparado (hoy, domingo 19) no ha sido modificada. Eso quiere decir que os encontráis ante un capitulo bastante improvisado, corto y no muy bien redactado... Pero es que no puedo parar de pensar en lo abandonado que tengo esto y en que si estuviese en vuestro lugar, la intriga e impaciencia podría conmigo. 

Por supuesto, de vez en cuando intento publicaros un tweet o un mensaje en facebook, y cuando más tiempo tengo, incluso añado adelantos. Pero no hay justificación para que solo haya 8 capítulos publicados. Espero aún así que disfrutéis al máximo de esta pequeña lectura, y por qué no, os animo a que escribáis comentarios contándole a los demás lectores y a mi, vuestras teorías de lo que va a suceder a continuación. 

Haz click AQUÍ y AQUÍ para leer dos importantes avisos.

Y recordad, después de la tormenta viene la calma, pero... ¿cuánto podemos asegurar que durará esa calma?





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***
Haymitch entra el primero y Finnick sigue sus pasos. La sala parece como la habitación en la que se despertó horas antes. Era fría, su corazón parecía latir más lentamente, una sala demasiado calculada, práctica, nítida, llena de aparatos de hospital, al fondo centrada una camilla con alguien que no divisa bien y a sus pies está un joven moreno.

Cuando él se despertó no había nadie. No esperaba encontrar a alguien, ni siquiera esperaba despertar. Fue como amanecer de un sueño agotador, desorientado, lo único que le habría importado sería haber visto los ojos de Amy, descubrir que el pequeño Gale estaba bien o encontrarse de nuevo con su madre, de quien ya si quiera recordaba el olor, habría sido un despertar más cálido que el que tuvo. Por supuesto, teniendo en cuenta las situaciones a las que se había enfrentado los últimos días, estar vivo, y mantener la cabeza en su sitio, era recompensa suficiente.

Al principio sigue andando detrás de Haymitch, se para a tocar los objetos que hay en la sala. Como si no llevase prisa, observa con atención cada uno de los aparatos, con una mirada fría y calculadora. La razón era sencilla, no quería mantener su cabeza pensando en quien estaría en la camilla. Era como aquella historia que contaban de ese famoso gato. Su madre le contó tiempo atrás la paradoja del Gato de Schrödinger, aquello que habían propuesto hace cientos de años. Annie le hablaba de un gato dentro de una caja completamente opaca. En su interior se instalaba un mecanismo que unía un detector de electrones a un martillo. Y, justo debajo del martillo, un frasco de cristal con una dosis de veneno letal para el gato. Si el detector captaba un electrón activará el mecanismo, haciendo que el martillo caiga y rompa el frasco. Tras una explicación bastante rigurosa y lógica, la conclusión era una. El gato podría estar vivo o estar muerto, tan solo una de las dos opciones. Pero mientras no abrieses la caja, no lo sabrías. El gato estaría vivo y muerto a la vez, decía su madre, solo descubrirás la respuesta cuando abras la caja y veas al gato.

Finnick no quería abrir esta vez la caja, porque no encontraría un gato, encontraría a Amy. Realmente, no quería saber la verdad, porque ahora Amy estaba viva y muerta, no sabía cuál era la respuesta. Y no estaba seguro de querer descubrirlo.

Así que mantiene su paso lento, confundido, pensando en aquella caja y aquel gato. Pero sin más, se pregunta, quién era el joven que estaba sentado al lado de la camilla. Porque era moreno, y por consiguiente, no era Peeta, ni ningún familiar de Amy, de tal forma que podría no ser ella la que estaba en la camilla. En cuyo caso, estaría muerta. Mas su madre tampoco estaba aquí, lo que quiere decir que posiblemente ni Peeta ni Katniss se hallasen en el aerodeslizador, y simplemente podía ser un médico supervisándola. En cuyo caso, Amy estaría viva. Otra caja, todo eran cajas, todo eran preguntas, y nada eran respuestas. ¿Quién era ese joven? Se peguntaba Finnick tranquilo, dándole vueltas a sus pensamientos, hasta que el joven se gira al escuchar los pasos de ambos y entonces, no tarda en reconocerlo.

Furioso se pregunta por qué Haymitch le ha traído hasta ahí. El enfado recorre sus venas y a ira le sigue, como la última vez que le vio en la Arena. Mantiene sus puños fuertemente cerrados, cada vez apretándolos con más fuerza. Su mirada radical tiene otro brillo, y el odio se deja ver a través de la misma. Siente las punzadas que sus propias uñas provocan al clavarse en sus manos, pero no le importa. Las ganas de matarle no eran precisamente escasas, la Arena realmente le había cambiado, aunque por suerte no estaban allí, ni tenía un cuchillo con el que lanzarse a su cuello.  Antes de que pueda hacer nada Haymitch le para en seco, estirando el brazo, lo que provoca que el chico se dé un fuerte golpe en el pecho. Le mira, rogando que le deje, pero Haymitch no mueve el brazo. Colin se gira, y se aparta de la camilla, asintiendo a Haymitch al pasar, con mirada de gratitud, y se aparta de la vista de ambos. Los ojos de Finnick van directamente a la persona que se encuentra tumbada. Sus puños se sueltan, y la contención de aire de sus pulmones sale, relajando todos los músculos de su cuerpo. Su mirada no tiene odio, sino compasión. Brilla con un tono distinto al de antes, con algo de esperanza. Conmovido por la imagen que se encuentra ante su persona, deja que un suspiro salga de él. Aparta el brazo Haymitch, sabiendo que ya nada puede sacarle de ahí.

Tumbada, reposando en la camilla, se encuentra una joven. Está completamente pálida, llena de vías. Apenas tiene moratones o heridas, exceptuando algunas cicatrices que permanecen en su piel. Aún así está cambiada, su piel está completamente limpia. Claro que está delgada, pero no más de lo que estaba en la Arena. Se le nota a la perfección la clavicula, y sus brazos son tan finos como los recordaba. Tan delicada como siempre, pero su aspecto era distinto, y no precisamente era algo bueno. A pesar de estar limpia, sin heridas ni moratones, se apreciaba a simple vista que no estaba bien, se le veía enferma.

-La herida es complicada de tratar- aclara Haymitch, y su voz le saca de esa mirada fijada, haciendo que se gire preocupado- como ves pudimos sacarla a tiempo, pero está resultando más difícil de lo que pensábamos recuperarla, está estable, por supuesto. Intentamos mantenerla dormida, las vías la alimentan a la vez que pasan sus medicamentos. Tenemos esperanzas Finnick, seguramente se recupere por completo.


Alivio es la palabra exacta que el chico estaba buscando, lo que estaba sintiendo. Ahí estaba, tumbada, la chica a la que había amado, la chica a la que amaba. Y sabía que era amor, porque no había vivido nada más doloroso que perderla, ni nada tan reconfortante como recuperarla. Cuando ya no tenía esperanzas en frente se encuentra, y quiere acercarse. Quiere abrazarla, besarla, sentarse con ella y agarrarle la mano mientras le susurra que va a estar bien, que esta vez sí que estaba todo bien. Pero algo se lo impide, y no sabe el qué. Ya ha abierto la caja, ya sabe la verdad, y Amy está ahí, está viva. Permanece a tres escasos metros de ella, inmóvil, quizás sea la rabia que tiene acumulada hacia Colin, que se encuentra en la misma sala, y a quien prefiere no mirar. O puede ser que la culpabilidad respecto a lo ocurrido con Gale influya en la situación. Sea lo que fuere, la tiene en frente suya, pero su cuerpo está completamente paralizado. Y una vez más, se encuentra perdido.

jueves, 16 de abril de 2015

viernes, 6 de marzo de 2015

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¿Quieres ser el creador de la portada de una historia que te gusta? ¿Alguna vez has pensado que un PDF llevaría una portada tuya? ¿Quieres ver tu nombre en los reconocimientos del libro? O, simplemente, ¿te apetece participar?

LA POSIBILIDAD DE PARTICIPACIÓN CADUCA el Viernes, 17 de abril de 2015. Pasada la fecha deberán mandar un correo y se decidirá si puede participar o no. Esta fecha es solo para apuntarse, no para tener la portada hecha. Una vez cerrado el concurso, se dará un plazo, considerablemente largo, para poder hacerla.

Las bases y todo está explicado en la página de facebook. Si tienes ya muy claro que quieres participar o te lo estás pensando...




Síguenos en todo momento en las redes sociales, twitter y facebook. Utiliza hashtag como #LJDHcontinuan #LJDHC #LJDHcontinuanBlog #PDFLJDHcontinuan #LJDHCdevuelta y otros que te inventes para que podamos encontrarte. Comparte el blog y no dudes en mencionarnos. ¡Mucha suerte a los que quieran participar! Y a los que no, nos vemos pronto con el capítulo 8, las cosas comienzan a complicarse ¿no es así? 

domingo, 22 de febrero de 2015

Capitulo 7



¡Hoy os traigo el capítulo 7!

Hoy, tras bastante tiempo, al fin tenéis al menos un par de párrafos que leer. Como siempre, esta página es tan solo un borrados de lo que espero, que cuando tenga tiempo, se convierta en una historia en condiciones. Con buena redacción, nuevos capítulos, más descriptiva y con mucho más vocabulario, y no tal sencillez. Espero, aún así, que disfrutéis de los borradores que voy subiendo. 
De verdad, me gustaría escribir más rápido y fluido, publicar antes y tener tiempo para contestar a cada uno de vuestros comentarios y correos, que no dudéis, leo. Pero actualmente es un poco imposible. 

Si me seguís en instagram o en el twitter del blog, veréis que también están algo abandonados, últimamente lo tengo todo así, no es que haya abandonado, es que estoy algo ausente, por decirlo de alguna forma. Aún con esas, si estás leyendo esto, gracias, porque significa que a pesar de tiempo, sigues aquí, espero que impaciente por leer las nuevas palabras que han salido de apretar las teclas de mi portátil. Disfruta mucho de cada una de ellas, y espero tener más de vuelta.

Me gustaría hacer muchas reformas en el blog, además de crear algo donde pueda escribiros aunque sea un par de frases cada pocos días para que sepais de mi, recomendaros algún libro, grupo o película, incluso algún lugar que ver, recetas, cosas sencillas y útiles, o una simple foto. Para que veáis que aunque ponerme a escribir es difícil, no quiero dejar esto sin más. Pero si no puedo con uno, llevar eso otro me resultaría imposible. Así que centrémonos en mejorar este, y darle además un cambio de look en cuanto pueda, subir más capítulos y no sé, ya veremos qué ocurre.

No me entretengo más, ni os interrumpo la lectura. ¡Disfrutad y opinar! Espero estar aquí con otro en pocos días, a ver si esta vez se cumple mi expectativa. 




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Las puertas se abren por completo, un grupo de personas miran fijamente al chico. Distintas edades, distintos trajes, distintas miradas. Ojos abiertos de sorpresa y fascinación, ojos entreabiertos de admiración, incredibilidad se podría llegar a leer en alguno de ellos. Pero hay más, hay mucho más, compasión, tristeza, desolación. Un millar de sentimientos, pero uno que destaca ante los demás. Solo hay un par de ojos que brillan llenos de orgullo, llenos de alegría, llenos de satisfacción. Son los ojos de un hombre de mediana edad, fuerte, con un pelo rubio y una barba reconocible, con una sonrisa sincera. Sus rasgos marcados, por el duro paso de los años y las experiencias vividas. Su mueca de siempre, entre seria y a la vez risueña. Camina hacia el chico, con paso firme  y decidido, mientras los demás permanecen parados, incluido el joven, quien estudia los rostros de las personas que se hallan en aquella gran sala blanca. Llena de aparatos, mesas con papeles, gente estresada, comunicadores, ningún lujo exceptuando el de los asientos. Es una sala llena de tecnología, por lo que se puede deducir que se encuentra ante una de las salas de comando, o también conocidas como salas de operaciones.

Despega su vista de aquel hombre por un momento, para fijarse en los detalles prácticos. Sin lujos, como ya había observado, tan solo objetos científicos y de utilidad, que le llevaban a pensar en la erudición de los hombres del capitolio. Aquella inteligencia que se usaba a diario para mejorar la Arena, en vez la vida de las personas. Aunque ha de suponer que gracias a aquellos avances, tan solo observaba un cuerpo algo marchito, y no una infinidad de heridas, cicatrices y marcas irreconocibles. Agradecido  o cabreado, decide pensar que la inteligencia es tan solo una herramienta más, su uso conllevará beneficios para la población o su inminente sufrimiento, como sus últimos días. Darle vueltas no iba a cambiar nada, ni a nadie.

Vuelve a la realidad. Mirada perdida tras abstraerse por un instante entre sus pensamientos. La fija de nuevo en él. El hombre finalmente llega hasta donde se encuentra, Finnick mira sus ojos con una mueca de seriedad. El hombre se sitúa en frente, sin moverse, sin decir nada. Nadie de los de alrededor dice nada, ni se mueve tampoco. Se respiran emociones distintas en el ambiente, pero casi se puede sentir la tensión y el respeto, a la vez que el agradecimiento.

Una carcajada estalla en mitad de tal ensordecedor silencio. Una carcajada llena de alivio, de dulzura, e incluso, podría llegar a rozar la locura. Nadie más en la sala se ríe, nadie actúa. Absolutamente ninguno de los presentes sabe cómo actuar ante la situación. Algunos se recolocan las gafas para verificar que lo que ven es cierto, otros se muerden el labio ante la impotencia, aprietan nerviosos los papeles que sostenían o mueven las manos continuamente, hasta que acaban metiéndolas en los bolsillos de su bata blanca para que no se les note. Sienten miedo, de que cualquiera de sus actos, ya sean risa o llanto, puedan afectar al chico de una forma inesperada, al igual que incomodez por tener que mantener la calma en tal momento. Tras unos segundos el chico sonríe, abiertamente. Haymitch continúa riendo, y a su vez da un abrazo al joven, apretándole fuertemente, sintiendo que es tan real como él mismo.

-Al fin, muchacho, al fin estás de nuevo con nosotros.
-Haymitch, diría que el estrés de estar al mando ha hecho que adelgaces, seguro que Katniss está contenta de que hayas perdido un par de kilos, amigo mío.
-Tú también estás más delgado, aunque mucho más fuerte. Por las barbas de Snow, ni que no tuvieses suficiente con esa cara que heredaste de tu padre. Las chicas van a rifarte cuando vuelvas a la capital.

Las diferentes personas de la sala suspiran aliviadas entre las risas de ambos. Es agradable ver que el joven de ojos de mar no ha perdido de todo la esencia que tanto le caracterizaba. Algunos de los presentes se dan cuenta de que observar no ayuda, así que vuelven a sus planos, sus aparatos, sus teléfonos. Tan solo algunos se quedan mirándoles. El resto les ignora, actuando rápido, el estrés vuelve a fluir por toda la sala, que rebosa de un poco más de esperanza. Entre las risas vuelve la seriedad, y salen palabras sinceras.

-Gracias Haymitch, no pensé que fueseis a conseguirlo.
-Tenemos mucho de qué hablar Finnick, pero antes de conocer a mi equipo y explicarte por todo lo que hemos pasado los últimos días, apuesto a que hace mucho que no comes en condiciones.
-Me encantará compartir mesa contigo, espero que no se me hayan olvidado los modales en este tiempo en el que he estado… ausente.
-Estoy seguro de que no, chico. Tu madre te enseñó bien.

Caminan despacio y se apoyan en una de las mesas observando la ajetreada sala. Pasivos ante la multitud, donde cada cual cumple una función. Hay una chica joven, de pelo ondulado recogido, que está organizando unas ideas en una pizarra, llena de fórmulas que ninguno comprende. A su lado, cinco hombres y mujeres de distintas edades comparten una mesa, señalan la pizarra de la chica y anotan en sus cuadernos distintas ideas. Uno de ellos se levanta y atraviesa la sala arrancando una de las hojas de su cuaderno. Seguidamente se la entrega a un hombre algo más mayor, de pelo blanco y rasgos poco definidos, unas gafas que se coloca nada más recibir el papel. Arquea la ceja y hace una señal de aprobación, tras esto se dirige a dar unas instrucciones a otra mesa diferente. En ella, todos comienzan a moverse, buscando información en pantallas que flotan y salen de todas partes, lanzándose unos a otros las mismas. Uno de ellos se levanta y realiza lo que parecen un par de llamadas serias.

Podían quedarse eternamente parados, observando como todos trabajaban individualmente pero acababan conectándose, sin apenas darse cuenta. <<Es un gran equipo>>, susurró Haymitch. Un susurro lleno de orgullo, esperanza y resonante en la cabeza de Finnick.

-Haymitch, necesito preguntarlo, el aerodeslizador que se llevó a Amy, ¿era vuestro?

Por unos instantes la expresión seria y el propio silencio, incitaron al chico a pensar en lo peor. Después de todo lo ocurrido decide negarse a aceptar nada que no sepa, ausenta sus pensamientos y se obliga a mantener la calma ante Haymitch. Respira profundamente antes de mirarle a los ojos, para poder soportar su mirada hasta recibir una respuesta, fuese o no la que buscaba.
-Finnick, acompáñame por favor.

La mano de Haymitch pasa por el hombro del chico, empuja suavemente al muchacho y se dirige a la puerta con él. Sus pasos son pausados y se mantiene serio durante el camino. No dice nada, absolutamente nada, por lo que Finnick se teme lo peor. Quizás todas esas esperanzas que vinieron de golpe no deberían haber venido, quizás el aerodeslizador si que era de Cover y de ser así, Amy estaba muerta. Sí, muerta, era la segunda vez que la perdía, y esta vez seguramente fuese definitiva. Nota algo en su interior, no es dolor, no sabe explicar bien que es. Si le pidiesen que describiese ese momento con palabras le resultaría imposible, porque hay palabras que faltan al lenguaje de los sentimientos. Esta vez Finnick tenía otra mirada, no era melancolía, ni sufrimiento, ni tristeza, era abandono. Tan solo, abandono.


Recorren los pasillos en silencio, y el camino se hace aún más largo en cada paso. Al fin, llegan a una habitación aislada. Haymitch introduce un código que Finnick no se molesta en ver e introduce una tarjeta que lleva en el cinturón junto a una pistola. No sabe que va a encontrar al otro lado de la puerta, pero tampoco espera nada. No sabe que esperar ahora.